Afición taurina en Los Arcos: un inciso artístico

Afición taurina en Los Arcos: un inciso artístico

 

Es tema que viene de lejos. La cita escrita más antigua que tengo localizada al respecto data de 1580. A esta fecha hay que añadirle muchos años anteriores de tradición verbal y realidad vivida. El dato consta en la autorización concedida por la “primicia parroquial” (administrada por el Ayuntamiento) en 1580. Doña Catalina López Feo de Mirafuentes, persona adinerada de la villa, estaba deseosa de fundar una capellanía perpetua en la parroquia y, para ello, quiso hacer una capilla pequeña “entre la calostra (el claustro) y la muralla de la villa”.

Juan de Andosilla, uno de los personajes llamado como testigo en el pleito entablado sobre tal construcción, declara en estos términos: “como tesorero que este testigo ha sido algunos años de la dicha iglesia, y lo fue el año próximo pasado de ochenta (1580), ha visto y mirado muchas veces el sitio y lugar donde está tratado y señalado de hacerse la dicha capilla, y lo que se ha de abrir para entrar a ella. Y, por esta razón, sabe y entiende este testigo que, de hacer la dicha capilla …no viene a la dicha iglesia ningún perjuicio ni a otro ningún tercero, porque se hace fuera de todo el cuerpo de la iglesia y fuera de toda la calostra de ella, entre un lienzo de la dicha calostra y la muralla de la villa, en parte donde ningún provecho se tiene, ni sirve más de para suciedad porque, como está fuera de todo el cuerpo de la iglesia y junto a la dicha muralla, en un rincón, sin ninguna pared y cubierto, entran y salen los que quieren en noche y día y, si alguna vez sirve de algo es PARA ENCERRAR TOROS Y VACAS EL DÍA QUE LOS HAN DE CORRER. Y haciéndose la dicha capilla se evitará todo esto. Y, a lo de abrir un pedazo de un lienzo de la dicha calostra, sin quitar ni estarjar ninguna cosa ni parte de ella, antes la hermoseará más, porque se ha de hacer un arco en el dicho lienzo y de allí se verá la dicha capilla”.

            Se trataba de construir la capilla dedicada a santa Ana, sirviendo de panteón familiar. El maestro de obras fue Juan de Landerrain, el mismo que tanta obra dejó en la parroquia (portada, torre, escalera del coro, sotocoro, coro, claustro, etc.). Y, ojo al dato: el retablo de esta capilla, trabajado por el oficial de Borunda, fue llevado a Pamplona en tiempos de don Ramiro Nuin, como párroco, y don Juan Ollo, vicario de la diócesis; se encuentra actualmente depositado en el Museo de la Catedral de Pamplona. Al estar la cubierta de esa capilla, conocida como de Magallón, llena de goteras, se tomó el acuerdo de ponerlo a salvo. Está necesitado de restauración. ¿Por qué no recuperarlo ahora que el problema de las aguas está solucionado?

            La fiesta en que se celebraban los festejos más importantes era la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre. Nos ha llegado el nombre de un “toreador”(torero): Juan de Morales. La villa tuvo que pagar 7 reales y medio del gasto que hizo en la pensión, sin que nos conste cuánto pudo cobrar por corrida, si es que se cobraba por tales aficiones.

 

Victor Pastor Abaigar

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